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Incidencia | Sábado, 1 de enero de 2011

Manifiesto Contra el Racismo y la Xenofobia, en defensa de la Democracia

SOS Racisme


Estamos asistiendo, de un tiempo a esta parte, a un incremento descarado del racismo en todos los ámbitos sociales, políticos y legislativos, que puede llegar a tener unas consecuencias gravísimas en cuanto al recorte de derechos y libertades, y, muy especialmente, como ATAQUE DIRECTO A LOS DERECHOS HUMANOS Y AL PROPIO SISTEMA DEMOCRÁTICO.

En un contexto de crisis económica que crea incertidumbre en la sociedad, la utilización interesada del mensaje del miedo y de la inseguridad está haciendo a la ciudadanía cada vez más permisiva ante un recorte sin precedentes de nuestros derechos y de nuestras libertades, y más impasible ante el aumento de desigualdades entre países y entre clases dentro de los mismos países.

En Europa se está apostando por una política restrictiva con los derechos, tanto sociales como políticos, que afectan al conjunto de la población, pero que es especialmente punzante en el caso de las personas de origen no comunitario. Desde la Directiva del Retorno, más conocida como Directiva de la Vergüenza, hasta las deportaciones, en Francia, de ciudadanos rumanos por el hecho de pertenecer a la etnia gitana, los ejemplos son tan numerosos como graves. Se va consolidando, día a día, una situación de apartheid jurídico que aboca a una parte importante de la población a la exclusión social y a la marginación, y reafirma la idea de Europa como fortaleza y los Estados miembros, como ejecutores de la expulsión y la segregación. El crecimiento, tanto en número como en apoyo, que han vivido los partidos de extrema derecha en las últimas elecciones en diferentes países, es consecuencia del modelo de Unión Europea que se está construyendo.

El Estado español se inscribe plenamente en este contexto internacional
y las sucesivas Leyes de Extranjería han ido restringiendo cada vez más los derechos de las personas no españolas, de origen no comunitario. Son dos ejemplos clave, por un lado, la existencia de los 11 Centros de Internamiento para personas Extranjeras (CIES) dentro de territorio español - una versión Light de los campos de concentración, donde personas que no son retenidas por haber cometido delito sino por no tener la documentación en regla, viven en estado de excepción de sus derechos fundamentales hasta 60 días-; y por otro, la externalización de fronteras a través de acuerdos económicos del Gobierno con países dictatoriales, en los que no se reconocen los derechos humanos, y que están construyendo auténticos campos de concentración fuera de cualquier control, destinados a las personas inmigrantes que intentan llegar a Europa.

Los últimos meses Cataluña se ha convertido en un laboratorio de prácticas racistas sin precedente en nuestra democracia. Hemos sido, desgraciadamente, pioneros en las medidas encaminadas a penalizar la inmigración (desde la absurda prohibición del burka en varias ciudades catalanas donde nadie nunca ha visto este tipo de indumentaria, hasta normativas municipales que recortan derechos y libertades), sumadas al discurso inflamado e irresponsable de determinados líderes de opinión, partidos políticos y medios de comunicación. Todo ello no hace más que alimentar el racismo, extendiendo entre el conjunto de la población la idea de que la inmigración es la causa de muchos de los males de nuestra sociedad; en definitiva, se la ha convertido en el chivo expiatorio en situaciones de crisis: una táctica que tantos réditos ha dado a la derecha europea en otras épocas, y que tantos peligros ha comportado, históricamente.

Sin embargo, constatamos con consternación que en nuestro país está tomando forma y ganando seguidores el monstruo de la intolerancia. No sería de extrañar que tuviéramos el ingrato privilegio de exportar, en el resto del Estado, la experiencia del primer partido fascista y xenófobo de la democracia postfranquista.

En las últimas elecciones catalanas muchos de los partidos de tradición democrática, los unos por cobardía y otros por oportunismo, han optado por hacer de la inmigración, del pueblo gitano o de otras minorías étnicas, así como también de la convivencia, un instrumento de rédito electoral, sin pensar en las posibles consecuencias. ¿ Qué no pasará en las próximas elecciones municipales? ¿Debemos resignarnos a sufrir la misma falta de ética y respeto en cada proceso electoral? ¿Qué tipo de sociedad y de democracia estamos construyendo, si la exclusión es la base de las políticas de los que nos gobiernan?

Europa tiene poca memoria histórica y ni Cataluña ni España tienen mucho más. Si continuamos abonando el discurso del miedo y de la inseguridad, si continuamos confundiendo víctimas con culpables, si continuamos estigmatizando una parte de la población debido a su origen, forzosamente acabaremos repitiendo uno de los capítulos más nefastos del pasado europeo y acabaremos constatando, una vez más, que el racismo mata. No podemos continuar con este silencio cómplice si no queremos repetir la parte más oscura de nuestra historia.
Ahora es el momento de recordar aquella Europa que se alzó para decir NUNCA MÁS! Ahora es el momento de recuperar el espíritu de aquella Europa que presume de ser la cuna de la fraternidad y de los derechos humanos. Ahora, que todavía estamos a tiempo, es el momento de rechazar discursos excluyentes y de construir una sociedad basada en la igualdad de derechos y de oportunidades para todos, en el diálogo y en el consenso, en la construcción de unos valores comunes que favorezcan la convivencia y la buena vecindad entre todas las personas.

Ahora no es momento de vacilaciones ni de medias tintas; ahora no es momento de mirar, con los brazos cruzados, como se van deteriorando la democracia y la convivencia. Más culpable que el xenófobo, es la persona que mira hacia otro lado ante la acción del racista. Ahora, lo que hay es una respuesta clara y contundente de la sociedad civil, una denuncia del retroceso y de la restricción continuada de derechos y libertades. Ahora es la hora de construir una alternativa democrática a la ofensiva reaccionaria y fascista.

Y es por eso que SOS Racismo y las entidades firmantes llamamos el próximo 19 de marzo a toda la ciudadanía catalana para manifestar nuestro rechazo a la situación actual; para hacer patente que apostamos por una sociedad justa e inclusiva, por la igualdad de derechos y de oportunidades; porque queremos vivir y convivir en plena armonía. En definitiva, para una plena y real democracia.


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